Obra madura... sobre la supervivencia y la oscuridad.

Al fin ve la luz esta película, largamente anunciada y postergada sobre la novela de Albert Sánchez Piñol. Xavier Gens ha logrado una obra audaz, algo estática en su trama central –la relación de los dos protagonistas y los continuados ataques de los seres que habitan en su isla– pero habitada de influjos relevantes y sugerentes, tanto en su corteza como en el tuétano de su personalidad.

Es fácil ver en ella ecos de Verne, amplificados aún más que en la novela por el empaque fílmico tan bien logrado. Juega con el subconsciente, con la capacidad de generar imágenes que te recuerdan a otras imágenes. Como esa mención nada disimulada a El caminante sobre el mar de nubes, el cuadro de Friedrich, o la impresionante escena del descenso en escafandra, que a los tintinólogos nos hace viajar hasta los ecos de un tesoro que perteneció a Rackham el Rojo. La experiencia del hombre con lo desconocido, la proximidad –e intimidad– con los seres medio humanos medio anfibios es en esencia de lo que se ocupa esta película amarga y de tonos grises, que esconde tras de sí varias historias de amor fracasadas, escondidas en los intangibles de una foto vieja y en los andares de una hembra que anhela su alma humana. Fabuloso trabajo actoral, el plató de la naturaleza y una factura visual sensacional.

Una sorpresa.