Un retrato conmovedor de un matrimonio puesto a prueba por las invasoras fuerzas de la juventud

El director y guionista estadounidense, Noah Baumbach, con ácido humor y en un neoyorquino estilo que remite a las andanzas burguesas anticlimáticas de los personajes cómicos, atribulados y autoconscientes de Woody Allen, da una y otra vez en el clavo al anteponer puntos vulnerables con sus cuatro protagonistas, que son interpretados con precisión y soltura por cada uno los actores. Están los mayores que, al no abandonar sus sueños, conservan un alma joven y ciega que nada contra la corriente de sus contemporáneos, los que han asumido el envejecimiento apegándose a los cánones sociales, una actitud fácilmente ridiculizable y de la que Baumbach saca partido también para cuestionar los valores de los jóvenes, a quienes en un primer momento pinta como enamorados de lo vintage, en constante búsqueda de la ‘autenticidad’, del origen, emprendedores, decididos, que no se detienen por barreras mentales, que alcanzan sus objetivos con su propios medios, solo para demostrar más adelante que al haber crecido imbuidos en una ética posmoderna con valores navegando a conveniencia, la inteligencia de la que presumen se alimenta de un cinismo corrosivo. La ingenuidad de quien ha perdido al defender lo que cree se encuentra con la desvergüenza de quien no se detiene para alcanzar sus objetivos en esta afortunada comedia que se vale de los lugares comunes que definen a los dos grupos que examina para trastocarlos a favor de las risas.