El film de Damián Szifron
Breve, pero impactante. En comparación a otros largometrajes, el guión de Relatos Salvajes, es bastante breve. El verdadero mérito, obviamente, está en la puesta en escena montada por Szifrón. En este punto, Szifrón se emparenta mucho con Hitchcock, dueño de escenas que en el guión parecían breves, pero que Alfred montaba con una espectacularidad impresionante (como la del avión en Intriga Internacional y la idea del enfrentamiento en el lugar más inesperado, algo que remite al episodio protagonizado por Sbaraglia y Donado).
El hombre que no fue. Una de las tantas ideas que quedó afuera del film, consistía en la presencia de un hombre que apareciera en todos los relatos, convirtiéndose en una especie de eslabón en común de todas las historias. No tendría un rol activo, sino que sería una suerte de testigo involuntario.
La importancia del baño. Todos los grandes escritores o guionistas, tienen un lugar en el que la inspiración fluye con velocidad, y según el propio Szifrón, para él es el baño el lugar donde la musa inspiradora lo visita con más frecuencia. En su bañera de inmersión, el director escribió muchas de sus mejores piezas (otro detalle, es que él no escribe en computadora).
Casi una década. Ese fue el tiempo que pasó entre Relatos Salvajes, y el anterior film de Szifrón, Tiempo de Valientes. En ese tiempo, el realizador hizo Hermanos y Detectives para televisión, fundó la compañía Big Bang, y escribió las poderosas historias de Relatos Salvajes.